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El Mundo Romano: Virtuosas y Villanas, las mujeres que lograron influir en la historia de Roma

  • Foto del escritor: Mujeres Históricas
    Mujeres Históricas
  • 30 may 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 31 may 2021

Desde los orígenes de Roma la adoración a Juno, diosa del matrimonio y de las esposas, revelaba la importancia que el matrimonio y la familia tenían para la sociedad y la mujer era el núcleo de la familia. Se esperaba de ellas cualidades como la virtud, la delicadeza y la femineidad.


En la antigua Roma, la mujer estaba sometida desde su nacimiento a la autoridad del jefe de familia, padre o esposo, a quien se le consideraba como el único capacitado para gobernar a su familia y ejercer su poder sobre todos los bienes y personas que la componían. Poseía el derecho sobre la vida y la muerte de su esposa, sobre su castigo o su repudio. En caso de divorcio se expulsaba a la mujer del hogar, sin sus hijos, en algunos casos con su dote y a su suerte. En cuanto a la vida pública, las mujeres tenían una posición jurídica y política inferior, no poseían ius honorum, la potestad de acceder a cargos públicos.


Dos poderosas figuras femeninas totalmente opuestas nos dan una idea del rol de la mujer en la sociedad Romana:


Lucrecia: La virtud y el valor de la puditia


Durante el reinado de Lucio Tarquinio el Soberbio (534-510 a.C.) Lucrecia, hija ejemplar de un ilustre romano, Espurio Lucrecio Triciptino, y esposa de Lucio Tarquinio Colatino, político romano, fue víctima de una violación perpetrada por Sexto Tarquinio hijo del rey, atraído por su belleza y su virtud. “Ninguna mujer deshonrada tomara a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida” Con estas, sus últimas palabras, se quita la vida. Su padre, su esposo y Lucio Junio Bruto, juran liberar a Roma del abuso y la tiranía de los reyes. Con el apoyo del ejército y del pueblo los expulsan fuera de Roma, convirtiéndose en los primeros cónsules de la República. Esta no fue la única razón del término de la monarquía, pero si un determinante que dejo al descubierto sus abusos. Aquí comienza la República (509 a.C.).


Agripina la Menor: El poder y el exceso


Perteneciente a la dinastía Julio-Claudia- (15 – 59 a.C.) Hija de… Germánico y Agripina la mayor, hermana de… Calígula y madre de… Nerón.


Calígula, Emperador de Roma (37 al 41 a.C.) Restituye el honor de su Madre y hermanos que habían sido prisioneros para luego ser asesinados por órdenes de Tiberio. Agripina y sus dos hermanas que por su seguridad habían vivido en las afueras, regresan a Roma durante el reinado de su hermano Calígula y gozan de amplios privilegios. Pero Agripina le da la espalda al ideal romano de virtud y utiliza su atractivo y su astucia, para influir tanto en el reinado de su hermano, como en el de su tío Claudio. Calígula enferma y pierde su cordura. Sus excesos y desaciertos finalizan al ser asesinado por la guardia pretoriana. Claudio lo sucede, y es nombrado Emperador. Agripina no da paso en falso y se casa con su propio tío, hermano de su padre, Germánico. Con el ínfimo poder que el título de emperatriz y Augusta le otorga, logra que su hijo Nerón, fruto de su primer matrimonio, sea favorecido durante los actos públicos y que Británico, único hijo de Claudio con Mesalina su tercera esposa, sea menospreciado. La próxima víctima fue su esposo, el Emperador quien muere envenenado. Consigue con astucia el apoyo del senado, al devolver algunos de los privilegios que Claudio les había quitado y se asegura la colaboración del ejército por ser hija del aclamado General Germánico, comandante de exitosas legiones del Imperio Romano.


Nerón es proclamado emperador. Agripina ejerce como regente de su hijo todavía adolescente. Nerón sigue bajo su influencia hasta que comienza la tensión entre madre e hijo. La nobleza romana tampoco estaba preparada para aceptar el autoridad de una mujer, aunque se tratase de la madre del Emperador. Su naturaleza ávida de poder la lleva a enfrentar a su propio hijo, Nerón, pero viendo que ya no ejerce la misma influencia, lo amenaza con destituirlo por Británico, quien, oportunamente, muere envenenado unos pocos días antes de cumplir la mayoría de edad.


Nerón decide deshacerse de su madre y después de varios intentos infructuosos, lo logra, culpándola públicamente de intentar asesinar al Emperador. Agripina muere a manos de soldados romanos, sin ningún tipo de derecho, pidiendo como último deseo que le claven la espada en su vientre por haber engendrado a un monstruo.


Los historiadores escriben sobre las mujeres romanas de familias nobles o de familias de la élite política, solo ellas tendrían la oportunidad de ejercer algún poder, siempre desde el lugar de esposas o madres, por lo tanto, en realidad poco se sabe sobre el poder real de la mujer en el Imperio Romano.


La paradoja de Lucrecia es que su obsesiva virtud, la virtud que los hombres romanos veneraban, fue el camino hacia su muerte. Queda pensar que el inicio de la República le hace honor a su corta vida y es durante “La República” que mujeres como Hortensia, Amesia Sentía y Afrania Caya logran defender sus derechos, ser absueltas y dejar un precedente para la historia.


Aunque la mujer romana no tuviera plena capacidad jurídica, por ser considerada incapaz por razón de sexo y estar bajo la autoridad del hombre, Agripina demostró hasta qué punto era capaz de llegar en su búsqueda de poder. Logro derrocar al Emperador mediante un poder aún más peligroso por estar oculto. Un poder tácito, capaz de cambiar el rumbo de la historia por detrás del telón. Su seducción, manipulación, astucia y sed de poder fueron armas efectivas, que, ante la marginalidad de la mujer en el derecho, lograron imponer su propia “ley”. El cruel castigo, así lo refleja. La mujer Romana tiene solo un derecho garantizado, el derecho a la virtud.


Barbara Mañé

dedicado a M.L. Di Marco, mujer romana



 
 
 

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