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Juana Manso

  • Foto del escritor: Mujeres Históricas
    Mujeres Históricas
  • 24 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

A pesar de que históricamente las mujeres han sido injustamente olvidadas, hay nombres y apellidos que pertenecen a grandes luchadoras que han quedado relegadas en la historia. Este 24 de abril se cumplen 145 años del fallecimiento de Juana Manso; una mujer que se reveló contra el orden impuesto en la Argentina del siglo XIX. A través de sus escritos y hechos, militó de forma activa y persistente por el lugar de la mujer, siendo defensora de la educación y llevando como bandera la convicción de lo justo. Nació en la ciudad de Monserrat en el año 1819 y fue criada en un ambiente con ideas partidarias a la revolución de Mayo que luego se volcaron por el partido Unitario. Aprendió a leer muy pronto con ayuda de su padre, quien siempre complementó y apoyó sus estudios, facilitándole libros o acompañándola a recitar Odas Patrióticas por los cafés. Aunque en el colegio la aplazaban por no saber el abecedario de memoria, desde pequeña se destacó por su intelectualidad. Con tan solo 13 años tradujo del francés “El egoísmo y la amistad o los defectos del orgullo”, que fue impreso por su padre en Montevideo, ya que habían tenido que exiliarse al asumir Rosas. Fue, en ese momento, que se reveló como autodidacta de vocación literaria y pedagógica. En 1841 fundó el Ateneo de Señoritas, e inicia su labor pedagógica. Lo instala dentro de dos habitaciones de su casa, y allí las jóvenes y señoras aprendían lectura, aritmética, gramática, lecciones de moral, francés, piano, canto, labores y dibujo. A su vez, daba clases de francés y castellano a domicilio y publicaba su poesía en la prensa. Compartía y debatía ideas con figuras de la época como Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez, Rivera Andarte y José Mármol. En 1844, debe exiliarse a Brasil, donde conoce a un violinista del que se enamora y tres meses después se casan. Con la idea de una gira artística por la profesión de su marido, viajan juntos a Nueva York y Filadelfia, pero desafortunadamente no tienen éxito. Aun así, en ese viaje Juana conoció y valoró la libertad y el lugar que se le daba a la mujer en otras latitudes. Se nutrió de métodos de enseñanza más modernos y participó en movimientos abolicionistas. Al mismo tiempo que su economía se veía complicada; su relación también, y crecían las discusiones con su esposo. Esto último lo volcó y reflejó en uno de sus escritos durante ese tiempo: "a pesar de su delicadeza natural, irritado como estaba me decía mil palabras fuertes que hicieron bañar en lágrimas mis ojos". En 1848 llegan a Cuba, ya con dos hijas. Juana parece estar fascinada con su cultura y su gente, pero no logra dejar de advertir sobre la disciplina dictatorial y autoritaria de la dominación española sobre aquella isla. Finalmente, la suerte tampoco se hace presente en Cuba, y en 1852 dan una última vuelta por Brasil donde fundó el primer periódico dedicado a las mujeres en América Latina: O Jornal das Señoras. Modas, Literatura, Bellas-Artes, Teatros e Crítica. Ese mismo año, su esposo la abandona y queda sola a cargo de sus hijas. Sostiene a su pequeña familia trabajando como docente pero no deja de lado su labor literaria y periodística. Para ese entonces, Juana comenzó a escribir sobre cuestiones feministas: “Quiero probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad". En 1859 vuelve definitivamente a la Argentina, y conoce a Domingo Faustino Sarmiento con quien al hablar sobre los destinos de la patria, se comprenden y admiran mutuamente, y encuentran en el otro donde proyectar sus pensamientos. Cuando Sarmiento asume el cargo de Director del Depto. de Educación, ambos promueven la fundación de escuelas mixtas y Juana es nombrada Directora de la Escuela Normal Mixta N°1. Asimismo, asume la dirección de la revista Anales de Educación Común. Ambos buscaban aplicar las reformas educativas de base norteamericana con el objetivo de «Hagamos yantes para hacer frente a los yantes». Todos estos avances le propiciaron fuertes persecuciones que la llevaron a renunciar a sus cargos. En 1868, con Sarmiento como presidente de la Nación, se convierte en la primera mujer nombrada como miembro de La Comisión Nacional de Escuelas. Aunque nos parezca inverosímil, Sarmiento parecía ser el único hombre que lograba aceptar el intelecto de una mujer. Con ese cargo, Juana incorporó en la educación las planillas de asistencia, la enseñanza del inglés como segundo idioma, la eliminación de los castigos físicos, estableció que los directivos obtengan sus puestos por concurso y propuso ayudar a las infancias indigentes a través de comisiones parroquiales con comida, libros y ropa. "La Manso fue el único hombre de 3 o 4 millones de habitantes de Chile y Argentina que comprendiese mi obra educación... ¿Era una mujer? Sí, pero parece que una mujer pensadora es un escándalo para esta sociedad", se escuchó decir a Sarmiento alguna vez. Juana también propuso la profesionalización docente, pero la trataron de inmoral. Además, militaba la fe protestante. Fue hostigada por muchísimos sectores e incluso censurada, pero ninguno logró tirar abajo sus principios. Dedicó gran parte de su vida a ayudar, enseñar e integrar a quienes menos tenían. Con sus ya pasados 50 años y una larga trayectoria en la cual logró conquistar derechos y ocupar puestos a donde ninguna mujer había accedido, pasó sus últimos años en su casa enseñando a leer y escribir a niños de bajos recursos de su barrio. En 1875 falleció de hidropesía, y a pesar de que le habían advertido que si no aceptaba recibir los últimos sacramentos de manos de un sacerdote católico no sería recibida en ninguno de los dos cementerios de su país, no declinó su fe y sus restos, olvidados por una patria entera, fueron enterrados en un cementerio de protestantes ingleses. En 1915 sus restos fueron trasladados al Panteón de Maestros del cementerio de Chacarita y fue recordada por la poetisa Juana Manuela Gorriti con las siguientes palabras: “Juana Manso gloria de la educación. Sin ella, nosotras seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer. Ella es, sin duda, una mujer”. Juana fue la primera mujer en el país en presentar discursos concretos sobre cuestiones que en el siglo XIX nadie se atrevía a señalar, analizar ni juzgar. Se encargó de visibilizar y darle entidad a las pequeñas minorías, a quienes eran pisoteados sistemáticamente por los dueños del poder. Pero además de eso, planteó una figura de mujer independiente y capaz, enfrentándose a conceptos que la sometían meramente a tareas domésticas y de servidumbre. Vivió y batalló en un mundo que era de hombres, donde lo reconocido hoy como retrógrado y patriarcal era más que un concepto; era un hecho que atravesaba diariamente a las mujeres en carne propia. Por todas estas cosas, es que le debemos un gran reconocimiento dentro de la memoria colectiva y feminista, reivindicando permanentemente su figura para que nunca más vuelva a ser olvidada.


Violeta Godoy



1 Comment


Federica
Apr 24, 2020

Me encantó, muy buen texto!

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