Alquiler de Vientres
- Mujeres Históricas
- 14 may 2020
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La noción de alquiler de vientre refiere al acto que realiza una mujer, o una persona con habilidad de gestar, cuando acepta llevar en su cuerpo un embrión que fue engendrado, a través de la técnica de fecundación in vitro, por otra persona. La práctica de los vientres de alquiler se está extendiendo cada vez más en distintos países, lo que resulta realmente alarmante. En la actualidad la concepción neoliberal y cosificada de la vida está promoviendo y justificando prácticas sociales que no respetan la dignidad de las mujeres, como el alquiler de vientres, que afecta directamente a los cuerpos y a las vidas de las mujeres, aprovechándose de la indefensión de éstas en situación de precariedad y de su escasez de oportunidades sociales. Muchas veces referido como una técnica reproductiva (es importante entender que ninguna gestación es una técnica, sino una vivencia, una práctica relacional, una experiencia), a la que recurren determinadas personas en caso de que haya una imposibilidad biológica para concebir un hijo. Es así como se entiende que el alquiler de vientres se da en casos donde una persona quiere imponer sus deseos personales sobre la realidad posible, es decir, quiere imponer el deseo de la maternidad o paternidad sobre la imposibilidad biológica. El mercado neoliberal nos ha enseñado que, dependiendo de las posibilidades económicas personales, los deseos propios pueden siempre ser complacidos, sin importar, en este caso, que se conviertan a los cuerpos de las mujeres en objetos de transacción. Asimismo, hay que tener en consideración que quienes aceptan alquilar sus cuerpos lo hacen, en muchas ocasiones, desde la necesidad económica, que muestra la sutil relación entre la pobreza y la desigualdad de oportunidades. Si las mujeres que alquilan su útero tuvieran el mismo dinero, la misma educación, las mismas oportunidades, y los mismos derechos sociales que la persona que se los alquila, ¿Habrían alquilado su cuerpo? Los grupos sociales que defienden el alquiler de vientres, por un lado, lo romantizan llamándolo “maternidad subrogada” o, en el peor de los casos, “gestación por sustitución”; y por el otro lado plantean un modelo de alquiler de vientres totalmente altruista, lo que de igual manera sigue suponiendo una cosificación del cuerpo de la mujer y la utilización de un bebé que se “fabrica” para satisfacer un deseo. Esto implica no solo poner precio a un embarazo sino eliminar e invisibilizar a los dos protagonistas de este proceso vital: la mujer y el bebé. Por lo que, quien busca la paternidad / maternidad biológica a costa de la gestación de otra persona, no actúa de manera altruista, sus motivos son como mínimo egoístas, cuando no narcisistas. Comprar un embarazo, no es un derecho de nadie. Convertir deseos en derechos es lo que hace el neoliberalismo. Siempre que alguien reivindica su derecho a comprar, en un mundo desigual como el nuestro, lo que está haciendo es exigir que alguien le venda eso mismo que desea. Siempre que se abre un mercado, lo que se hace es obligar a los más desfavorecidos a entrar en él y a vender lo que nunca venderían de no verse en situación de tener que hacerlo. Los alquileres de vientres pueden constituirse, si no intervenimos en ello, en una transacción comercial más, en otra mercancía dentro del sistema capitalista de la oferta y la demanda.

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